Dicen que el sentimiento wanderlust se nace, pero yo creo que también se hace. O si más no, se despierta. Y es que seguro que a más de uno os ha pasado eso de ir de “sí, claro, me gusta viajar” pero no hacerlo o muy poco y de repente pasar a colocar tus días de vacaciones en el calendario en plan Tetris para cuadrarlos con puentes y festivos y conseguir el máximo de findes largos para escapadas. Yo soy de éstas. Ya sea porque ahora tengo más recursos que antes o porque Waynabox engancha, ahora constantemente me siento así. Y, por eso, en cuanto mi novio el-de-horarios-imposibles me dijo “eh, en dos semanas tengo un finde de cuatro días” no tardé ni un segundo en reservar un nuevo Waynabox. Sin duda, esta ha sido mi #waynaespera más corta, pero también la más ansiosa. Después de haber caído rendida a los pies de Budapest y de pasar otro viaje sorpresa con mi madre en Bruselas, llegó el turno de… ¡Oporto!
Sólo hay que tener en cuenta de Oporto: ¡el tiempo! Si vas de abril a octubre, puedes saltarte este párrafo, pero si te ocurre como a mi y vas en temporada de otoño-invierno, mentalízate: te va a llover seguro. Lo bueno es que es intermitente y a veces tan débil que no impide hacer nada. ¿Y si cae un chaparrón? Buen momento entonces para tomar asiento y tomarse un vinito. Cuando te lo hayas tomado, seguro que ya ha pasado el nubarrón. ¿Os sigue echando para atrás? Pues seguid leyendo porque si he titulado así este artículo es por algo: Oporto enamora. Y mucho. Y he aquí mis por qués:
1. Su encanto decadente. Cuanta más antigüedad y decadencia respira un lugar, más auténtico, histórico y adictivo me parece. Quizás sea porque estamos acostumbrados a vivir rodeados de tecnología y desarrollo y sitios así nos hacen salir de lo habitual y viajar al pasado. Quizás porque contrasta totalmente con la ciudad en la que vivo y a la que estoy acostumbrada. Quizás porque, si te gusta callejear, los escenarios decadentes invitan a hacerlo, a andar sin necesidad de ir a ningún sitio.
2. Su afición por el vino. Y ahora no me refiero al vino de Porto -punto que ya trataré- sino al gusto en general por tomar vino. A cualquier hora, en cualquier terraza, siempre hay alguien disfrutando de este placer. Quienes me conocer saben que la única religión a la que me he consagrado es la de la cerveza y el vino -sorry, hígado- y que ambos están fifty-fifty con ventaja a la cerveza. Pues en Oporto, ni la probé. Y es que esta ciudad esta estratégicamente ubicada en la desembocadura del Duero -clima fresco idóneo para las bodegas- y muy cerca del Valle del Duero, donde viñedos como Quinta do Tedo o Pinhão producen vinos con DO Douro.
3. Su escenario dividido por el Duero. Similar a París, Londres o Budapest, Oporto también queda dividida en 2 zonas diferenciadas: el casco antiguo al norte y la nueva al sur, conocida como Vila Nova de Gaia, zona de negocios y centros comerciales y en cuya ribera se encuentran las famosas bodegas de vino de Porto. Me gustan los constrastes, sobre todo retratarlos desde lo alto y con el cogote de mi chico como protagonista.
4. Su deliciosa gastronomía. ¿Te gusta el bacalao? Pues prepárate porque en Oporto probarás auténticas delicias con esta materia prima: sus buñuelos, más grandes y esponjosos que en España; el bacalhau com nata, desmigajado y gratinado; à bras, salteado con huevos y patata… ¿No te gusta? Pues aún tienen más platos: la francesinha, las sardinas asadas, el pulpo a la brasa, una famosa sopa denominada caldo verde, los aperitivos con queso y embutidos, la cataplana, los mejillones… No te pierdas la Taberninha do Manel, A Sandeira do Porto, Jimao o Chez Lapin.
5. ¡Sus precios! Oporto tiene precios mucho más económicos que los que podemos encontrar en España, sobre todo si sois de Barcelona o Madrid. Buscando bien se puede comer por 5€ perfectamente y por 15€ (precio medio de un menú en Barcelona) ya te haces todo un manjar. Cuánto termines gastándote ya depende también de tus gustos, pero lo que si te aseguro es que podrás olvidarte de invertir 6€ por una cerveza, como ocurre en Suiza, Noruega o el Reino Unido.
6. Su famoso vino de Porto ¡y sus catas! Sin duda, una de las delicias más características de Oporto. Cómo no, ya conocía este vino pero aún me despertaba más curiosidad poder conocer su origen y visitar sus bodegas. Las casas más famosas se encuentran en la ribera de Vila Nova de Gaia, ya que su ubicación encarada al norte le ofrece menos horas de luz y un clima más fresco que la costa de enfrente, idóneo para la maduración del vino. Sandeman, Ferreira, Calem, Croft, Offley… ¿Te suenan? De noche, desde la costa del barrio de la Ribeira, verás sus letreros iluminados confiriendo una bonita estampa. Las catas tienen un precio que varía entre los 6€ y los 20€ según la bodega e incluyen visita guiada y cata de 2 a 5 vinos. ¿Mi elección? Croft, la más antigua de todas, y Calem, por tener éxito pero no ser una de las más turísticas (como ocurre con Sandeman).
7. Su Atlántico. Oporto tiene playas muy bonitas y una de ellas es la de Matosinhos, a menos de 30′ en transporte público del centro de la ciudad. Tiene un paseo marítimo idílico para paseos y para adictos al running, y que seguro que en primavera-verano gana mucho más que en invierno. Aún el frío, no pude evitar la tentación de descalzarme y recorrer su larga playa hasta llegar a las suaves olas. Cómo no, tomé no sólo esta foto sino dos fotos de postureo, que me ha costado un resfriado que aún me dura. El precio del postureo.
8. Sus altibajos. ¡Preparen glúteos! Oporto es ciudad de subidas y bajadas. Y aunque pueda parecer una tortura al caminar, el resultado de vuestras andanzas merecerá mucho la pena: las vistas desde sus puntos más altos son increíbles. ¿Mi favorita? Desde el Jardim Do Morro, en lo alto de Vila Nova de Gaia.
9. Su puente Luis I… ¡no apto para gente con vértigo! Y lo digo por experiencia: mi novio sufre mucho vértigo y lo cruzó y lo pasó un poquito mal. Yo en cambio, disfruté de las vistas como una loca. Se puede cruzar por abajo, a pie de tierra, o desde su piso superior. Atreveros a cruzarlo por encima y tomaros un momento para disfrutar del espectáculo visual.
10. Su gente. ¿Sabéis eso de que los franceses son cerrados y tal? Pues en Oporto la gente es súper abierta y no tienen problema en contarte curiosidades y consejos sobre la ciudad. Eso sí, veréis que todos tienen un ritmo muuuuuuy tranquilo así que tomaros las comidas con calma. Es más, tomároslo todo con calma. Oporto no está hecho para ir con prisas. Es para vivirlo con calma.
¿Te animas a escaparte a Oport? ¿O a dónde sea?
Pues ya estás tardando en vivir tu aventura Waynabox.
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