Cuando Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia-Hildburghausen se casaron en Múnich en 1810, no imaginaban que aquella celebración seguiría conmemorándose, más de 200 años después, como la mayor fiesta de Alemania y una de las más populares de todo el mundo. Eso sí, hoy en día ya nadie se acuerda de Luis ni de Teresa cuando visita la Oktoberfest (de hecho, alguno no se acuerda ni de su propio nombre). Porque, sí, este festival ha quedado inmortalizado a ojos del planeta como “la fiesta de la cerveza”, que reúne cada año a más de 6 millones de visitantes en la capital bávara. Pero Oktoberfest es mucho más que eso. Aquí te damos las principales razones por las que deberías ir a la Oktoberfest, al menos una vez en la vida.
1. La cerveza
Es verdad, he dicho que no todo era cerveza. Pero… ¡¡Cerveza!! Y es que no es cualquier birra. Solamente se sirve aquella que cumple la “ley de pureza de Baviera” y debe ser elaborada dentro de Múnich. Por eso hay solo seis fábricas que venden su producto en este festival. Y ya avisamos de que la graduación es más alta de lo normal…
Por cierto, un dato de esos inconcebibles que tiran para atrás: cada año, se sirven más de siete millones de litros de cerveza, lo que supone un 30% de la producción anual.


2. La ceremonia de apertura
A pesar de lo que su propio nombre indica, la Oktoberfest empieza en septiembre (se decidió adelantar su celebración para disfrutar así de un mejor clima). El evento se inicia a las doce en punto, cuando el alcalde abre el primer barril de cerveza al grito de “O ‘zapft is!” que significa literalmente que ya está abierto. Año tras año, todos están ansiosos por saber cuántos golpes necesitará el alcalde para abrir el barril e incluso se hacen apuestas: el récord está en dos golpes (así lo hizo el alcalde Ude en 2005 y 2008), pero en 1950 Thomas Wimmer necesitó diecinueve, para su desgracia. Después de la apertura del barril, los desfiles y la música tradicional llenan cada rincón, dando así por inaugurado el festival.
3. Los trajes tradicionales
Una imagen clásica que todos tenemos en la cabeza. Para los hombres, los Lederhose, pantalones de cuero con tirantes, que originariamente se usaban para trabajos en el campo; y para ellas, el Dirndl, un vestido ajustado, conocido por realzar los atributos femeninos… ¡Muy folklórico todo! Además, al parecer, puedes saber si la chica está soltera o no según los detalles de su delantal…¡Habrá que fijarse!


4. La gastronomía
Por supuesto, tanta cerveza genera mucha hambre. Lo más típico es comerse un halb hendl, es decir, medio pollo. En cada edición se consumen aproximadamente medio millón de pollos, o lo que es lo mismo, un millón de medios pollos. También se venden deliciosas salchichas, filetes empanados y Bretzels, ese pan tan típico de Baviera y Austria.

5. Las atracciones
Al contrario de lo que muchos piensan, la Oktober es una fiesta para todos. Hay por tanto un montón de atracciones para que incluso los más pequeños puedan divertirse. Shows de teatro y marionetas, casetas de tiro, bailes y música típica forman parte parte de la gran feria. Vale la pena subir a la noria para contemplar las increíbles vistas de la ciudad. Como guinda, siempre se declaran dos días como “Los días de las familias”, en los que las atracciones tienen un descuento para niños.

¿Os han entrado ganas de ir? Lo mejor es que se celebra en varios destinos Waynabox, ¿te animas?

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