Viaje a Colonia: fin de semana romántico con Waynabox

Escrito por Carles Capdevila

Puede que sea cierto eso de que los mejores planes son los más improvisados, los más espontáneos. Por eso, el regalo que nos hizo nuestra hija nos cogió tan por sorpresa como lo es el mismo regalo: un Waynabox, un viaje sorpresa. No sabíamos muy bien cómo funcionaba esta nueva forma de viajar, por eso en un primer momento nos costó mucho aguantar la incertidumbre: ¿dónde nos vamos? ¿cómo hacemos la maleta? ¿cómo organizamos la escapada? ¿a qué terminal de Barcelona aparcaremos, a la terminal 1 o a la 2? Pero de eso se trata Waynabox, de despojarnos de esa necesidad que tenemos de controlarlo todo… y dejarnos llevar. De eso tratan las vacaciones, ¿no? Finalmente lo supimos: ¡nos vamos a Colonia!

La ciudad de Colonia, Khôln, es una ciudad que, sin tener el renombre, la fama o el glamour de otras ciudades típicamente turísticas, poco a poco te va atrapando y crea un vínculo intenso con el viajero. Es una de las ciudades más importantes de Alemania (ni más ni menos, la tercera más grande del país) y donde también reside mucha historia y tradiciones, importantes edificios y rincones de interés turístico para el visitante. ¿Lo más destacable? Es una ciudad muy abierta, con mucha vida y muy, muy dinámica. Hay opciones de ocio para todos los perfiles de viajeros y ¡uno nunca se aburre!

 

Llegar del aeropuerto al centro es muy fácil, y gracias a las indicaciones de Waynabox llegamos en un periquete. La línea S13 de tren te deja en un momento a la Estación Central. Una vez allí caminamos hasta nuestro hotel asignado: el Lyskirchen Hotel. ¡Qué pasada! Céntrico, luminoso, amplio y muy cómodo, idóneo para reponer fuerzas de nuestras intensas caminatas durante el viaje. Después de dejar las maletas toca descubrir la ciudad y comenzamos por la Catedral de Colonia. ¡Espectacular e impresionante! De todas las catedrales que he visto en mis viajes, es la más bonita de todas. Las vistas desde su cima son magníficas, merece la pena subir a pie los 534 escalones de la escalera de caracol de su torre. La perspectiva no tiene desperdicio.

La ciudad cuenta con distintas iglesias de estilo románico, todas ellas de una singular y particular belleza. A nosotros las que más nos gustaron fueron la de Sant Severin y la de los Santos Apóstoles. Otro edificio a destacar es el Ayuntamiento, con una preciosa fachada del siglo XV. Y no olvidemos la Plaza Rathausplatz, llena de vida y con un sinfín de cervecerías. Por allí, la famosa cerveza kölsch corre como el agua.

Otra visita imperdible para quienes viajan a Colonia es la famosa y antigua Casa de Agua de Colonia 4711, la tienda más famosa de la ciudad y donde se puede comprar la archifamosa Eau de Cologne 4711, la primera “colonia” que se inventó. Y es que, para quienes no lo sepan, la “colonia” que nos echamos para oler mejor recibe su nombre de esta ciudad. Su inventor quedó tan prendado de los aromas de esta ciudad alemana que decidió encerrar su esencia en un perfume más fresco de lo habitual al que denominó “eau de cologne”.

No nos olvidemos del aspecto gastronómico. La gastronomía alemana, al menos en Colonia, no tiene el mismo glamour de la “cuisine” francesa ni la variedad de la cocina mediterránea. Allí comen platos contundentes, variados, toda una mezcla en uno, y con nombres que siempre acaban en “wurst”. Eso sí… ¡Deliciosos!

 

El puente y sus candados
El puente y sus candados

El último día lo aprovechamos para dar un último paseo por la famosa calle Shilder, que junto a sus calles colindantes, forma una de las zonas comerciales más grandes de Alemania. También nos dejamos caer por la ribera del Rhein, para así despedirnos del puente Hohenzollernbrücke, que también ha sufrido la fiebre de los candados del amor. Últimas fotos, últimas compras y… ¡de vuelta a Barcelona!

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Los sitios imperdibles por Europa para los amantes del queso

Si hay algo sin lo que no seríamos capaces de vivir, a parte del viajar, eso sin duda sería el queso. Sin duda, comer es una de las mejores cosas que acompaña el viajar, pues del mismo modo que al escaparte unos días de casa descubres nuevas ciudades, nuevas costumbres y nuevas personas, también conoces un nuevo horizonte gastronómico de rechupete. Y más allá de degustar variopintos platos, ir en busca del mejor queso es todo un placer para el paladar.

Como ocurre con el vino y con la cerveza, el queso es uno de esos alimentos que presenta tantas variedades como países (¡e incluso más!) y la gran suerte que tenemos es que en Europa se encuentran algunas de las mejores creaciones. Así que si te gusta el queso -y si no, seguro que acompañas a alguien a quien le guste y esto te lo agradecerá…- toma nota de estos 5 sitios imprescindibles para todo buen amante del queso:

La ruta del Emmental (Burgdorf, Suiza)

Intenso y suave a la vez, de textura semiblanda al paladar, el emmental tiene su origen en las cimas alpinas de Suiza. La pequeña ciudad medieval de Burgdorf -a 150km aproximados de Ginebra- es punto de origen y final de La Ruta del Emmental, una ruta en bicicleta que guía a través de la historia de este delicioso queso y que permite disfrutar de experiencias como ordeñar una vaca, hacer queso y otras actividades vinculadas a la producción de este manjar. Se ofrecen dos tipos de ruta: una de un día, de 35km, y otra de dos días, de 78km. Más información aquí.

Mercado del Queso de Alkmaar (Alkmaar, Holanda)

Si Holanda es conocida por algo (a parte de sus coffe shops en Amsterdam) eso es por su queso. Es uno de los principales países productores de queso y de aquí son famosos el Gouda y el Edam, por ejemplo. Uno de los principales atractivos es el famoso Mercado del Queso de Alkmaar, ciudad del norte ubicada a 34km de Amsterdam, donde se puede llegar fácilmente en tren (unos 36′). Este mercado nació en 1622 está considerado uno de los más antiguos del mundo y, desde entonces, no ha perdido éxito. Se celebra cada viernes de abril a septiembre y…. ¡no tiene desperdicio!

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Amsterdam Cheese Museum (Amsterdam, Holanda)

Si Holanda es país de quesos… ¿Cómo no iba a tener un museo su capital? Este fantástico museo no solo ofrece catas y listo, sino que lleva al visitante a través de la auténtica historia de la producción del queso así como la posibilidad de conocer el sinfín de variedades de queso holandés, tanto las más conocidas, como las más desconocidas. ¡Una visita para chuparse los dedos!

La Vache dans les Vignes (Paris, Francia)

En París no solo se vive de crêpes y quiches, sino también de queso. Así que después de buscar aquí y allá un buen restaurante de quesos, también conocidos como cheese bar (que queda más chic), hemos descubierto un local bueno, bonito y barato. Al lado del canal St. Martin se alza esta pequeña quesería donde además de comprar puedes tomar asiento y degustar. Sus paredes, decoradas con botellas de vino, crean una atmósfera acogedora solo apta para 14 comensales. Ideal para cenar a base de quesos variados, entre los que podrás degustar las 4 variedades AOC de la región francesa de Auvernia: Cantal. Bleu d’Auvergna, fourme d’Ambert y Saint-Nectaire.

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La Ruta del Queso de Schleswig-Holstein (Alemania)

Es una de las tierras con más tradición quesera y, a la vez, una de las menos conocidas. Por ello, Turismo de Alemania decidió promocionar esta zona popularizando una Ruta del Queso que descubre a los visitantes más de 30 empresas dedicadas a esta delicatessen, donde sus artesanos muestran y exhiben los hitos de sus producciones. Con un variado calendario de eventos, la Ruta del Queso de Schleswig-Holstein, que también cuenta con itinerarios de cicloturismo y senderismo, brinda actividades para todos los gustos.

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La vuelta al mundo en 5 desayunos

Hay quienes viajan para descubrir los puntos turísticos de cada ciudad, quienes adoran descubrir el arte y la cultura del destino y quienes se dejan guiar por el estómago. Hoy dedicamos este artículo a los del tercer grupo, pues no hay mejor forma de conquistar a un viajero que con la comida. Puede que aquí no pasemos de tostadas con mermelada, bocadillo o bol de cereales, pero fuera de nuestras fronteras se hace gala de aquello de que el desayuno es el manjar más importante del día… desvelamos algunos de los desayunos por el mundo más curiosos.

1. Alemania. Ni cortos ni perezosos, los alemanes comienzan la jornada cargándose de energía. Su desayuno típico se compone de panes de varios tipos -cereales, centeno, trigo…- que se acompañan de quesos, embutidos, mermeladas y miel. Tampoco falta una ración de huevo, que puede ser cocido o revuelto. Todo ello acompañado de zumo o café.

Treveri Taylor
Foto: Treveri Taylor

2. Venezuela. Del mismo modo que aquí triunfa el bocadillo de jamón, el tentempié infalible de los venezolanos son las arepas. Estas tortitas se rellenan de quesos, carnes y pescados para desayunar, se acompañan de huevos y de guayoyo, una versión del café más suave.

Pica Pica Arepas Kitchen
Pica Pica Arepas Kitchen

 

3. Estados Unidos. Como todo el mundo imagina, los pancakes o tortitas con sirope de arce son un imprescindible en la mesa de toda buena casa americana. Pero la cosa no queda aquí, continúa con unos huevos con bacon y un buen café largo (aquí, conocido como americano). Para los más pequeños, un bol de cereales de aros de colores con leche. Y cuando llega el fin de semana, esto se cambia por el famoso brunch, donde se fusiona el desayuno (breakfast) y la comida (lunch) mezclando distintos platos dulces y salados.

pancakes united states

4. Marruecos. Dulce, sabroso… ¡y muy enérgicos! Los desayunos marroquíes solo son aptos para quienes vayan a pasar un día de mucho ajetreo. Al levantar, se preparan para llenar el estómago a base de pan sin miga y tortitas de distintas harinas que acompañan con mermeladas, miel, frutas de temporada y aceite de oliva. Imprescindibles los dátiles y el té de menta. Los días más especiales tampoco faltan pastas típicas, como los baklava.

desayuno marruecos

5. Irlanda. El Irish Breakfast puede que no sea tan famoso como el English Breafast, pero tiene muchas similitudes con él. Es exquisito y, sobre todo, abundante. La primera comida del día de los irlandeses se compone de huevos fritos, bacon muy tostado, judías, quesos y hasta morcilla -conocida como ‘pudding’, ¡no os confundáis!-. Para los estómagos más hambrientos, también se incluyen salchichas. Todo ello se acompaña de distintos panes y café.

Irish-breakfast
Desayuno tradicional de D’Arcy Ams