Cómo viajar a países sin Euro (y no acabar estafado)

Uno de los trámites más farragosos a los que se puede enfrentar un viajero es el cambio de divisas. Por eso en Waynabox hemos elaborado esta guía para viajar a países fuera de la zona Euro y no acabar estafado.

1. Informarse sobre la moneda local

Parece una perogrullada, pero es algo hay que comprobar siempre, siempre, antes de un viaje si no estamos familiarizados con el destino. A veces es muy fácil caer en la suposición de que, si se trata de un país europeo, usarán el euro. Y no es así. Estados como Dinamarca, Hungría o Polonia tienen moneda propia.

¿Cómo es eso? Europa es una cosa y la eurozona (o zona euro), otra. Y así como no todos los países de Europa pertenecen a la Unión Europea, tampoco todos los países de Europa usan el euro (¡ni siquiera todos los estados miembros de la UE usan el euro!). Aquí puedes ver con más detalle el desglose de países y sus respectivas divisas.

2. Conocer el cambio

Ya conocemos la moneda, pero… ¿Cuánto vale? Para ello, lo mejor es consultar alguna página de confianza como xe.com o similares. Deberemos tener bien presente el cambio en todo momento. Una vez en nuestro destino, puede ser útil echar mano de la calculadora del móvil cuando vayamos a comprar cualquier cosa.

3. Conseguir el dinero

Hay varias opciones para conseguir la moneda local. Las más comunes son las siguientes:

Banco (antes del viaje)
La opción más extendida y segura es pedírselo a tu entidad bancaria días antes de partir (ten en cuenta que pueden tardar algunos días en recibir el dinero). No hay que olvidar que tooodos los bancos aplicarán una comisión por hacer el cambio.

Conviene informarse de cuánto es esa comisión y, si es necesario, comparar distintas entidades financieras para decidir cuál sale más a cuenta.

Aeropuerto y casas de cambio
Hay quien te dirá que no te preocupes por el cambio de divisa, que ya lo harás en el país de destino sin problema. Y, si bien es cierto que existen múltiples opciones para cambiar dinero tanto en aeropuertos como en el centro de las ciudades más concurridas, conviene andarse con cien ojos al tratar con estas compañías.

La razón principal es que suelen abusar de la necesidad del visitante para cobrar comisiones abusivas; incluso aquellas casas que indican que son libres de comisiones, ¡cuidado!

Lo más probable es que lo hagan porque realizan el cambio de divisa a un valor inferior al precio de mercado. ¿Significa eso que no existen casas de cambio honradas y rentables para el viajero? Haberlas, haylas, pero hay que discernir muy bien entre las buenas y las que no lo son tanto; para ello, no queda más remedio que informarse bien y comparar, comparar y comparar.

En resumen, ojito con las casas de cambio: pueden salir a cuenta, sí, pero es fácil caer en engaños, especialmente si no conocemos bien el destino.

Por cierto, [modo mama ON] nunca, jamás, bajo ningún concepto cambies tu dinero a alguien en la calle [modo mama OFF].

Cajeros
Para algunos, es una buena alternativa. Es cómodo y seguro sacar dinero de cualquier cajero de la ciudad pero, nuevamente, alerta: comisiones. Hay bancos que cobran más que otros por sacar efectivo de sus cajeros.

También existen algunas tarjetas de crédito y débito que -según dicen- permiten extraer dinero desde cualquier cajero del mundo sin coste de operación (no obstante, el cajero hará la transacción al tipo que más le convenga). Una vez más – sorpresa-, conviene informarse bien.

Pago con tarjeta
He aquí una opción sabia para aquel que no quiera pulirse el dinero en efectivo que le queda. Los pagos con tarjeta son útiles como complemento del dinero en efectivo, sobre todo si se va justo de este último y se quiere rentabilizar su gasto.

Por supuesto, pagar con tarjeta también conlleva un sobrecoste, pero este suele ser menor que al usar un cajero, por ejemplo.

Pago en euros
“Espera… A mí un colega me dijo que fue a Budapest y que le aceptaban euros”. Bueno, es cierto. En algunos locales de algunas ciudades, pese a estar fuera de la eurozona, se aceptan euros. En cualquier caso, no es una buena decisión, pues el cambio lo aplicará el comerciante a su interés, con lo que tienes todas las de salir perdiendo.

Alternativas ‘smart’
Con la revolución tecnológica, nuevos players han agitado la mayoría de sectores, y la escena de las finanzas no es una excepción. Una de ellas es Revolut, que funciona como tarjeta-monedero. Con ella, puedes extraer, recargar, enviar y recibir dinero en más de 90 divisas distintas con el mejor tipo de cambio disponible, sin comisiones ni intermediarios bancarios.

Pensada y diseñada para viajeros frecuentes, Revolut ha granjeado gran cantidad de elogios por doquier. Debemos reconocer que en Waynabox todavía no la hemos probado, pero podéis tener por seguro que pronto lo haremos y, por supuesto, os lo contaremos.

Transferwise, desarrollada por los creadores de Skype, es una empresa que asegura el mejor tipo de cambio del mundo (con comisiones alrededor del 0,5% para la mayoría de divisas de uso común). Una alternativa inteligente, sin duda. ¿El problema? Se necesita tener una cuenta bancaria abierta en el país de destino, lo cual supone un escollo para muchos.

En un entorno cambiante, global y digitalizado como el actual, no sería de extrañar que próximamente siguieran apareciendo caras nuevas en el mercado financiero. Habrá que estar al loro.

 4. Volver limpio

También es importante calcular con antelación la cantidad que se prevé gastar. Solo un número limitado de monedas permite realizar de nuevo el cambio a euros al regresar. En total existen once divisas convertibles, el resto sólo sirve dentro de cada país o en algunos casos en países fronterizos.

Por lo tanto, si se ha cambiado por cualquier moneda que no sea dólar americano, dólar canadiense, dólar neozelandés, dólar australiano, yen japonés, libra esterlina, franco suizo, corona sueca, corona danesa o corona noruega, no se podrán volver a cambiar por euros en España al regreso de las vacaciones.

Además, hay que tener en cuenta que solo se podrán cambiar billetes, no monedas.

Con estos consejos, ya nada puede retenerte a viajar… ¡donde sea!

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